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vicenteperu

EL TROCITO DE FELICIDAD QUE ME QUITÓ MARX

EL TROCITO DE FELICIDAD QUE ME QUITÓ MARX

 

Marx ha sido nefasto para la humanidad. Evidentemente tuvo sus partes buenas, pero la mayoría, malas. Sin entrar en sus efectos en España, voy a parar al trozo de felicidad que me ha quitado durante muchos años de mi vida y en la actualidad aún lo tengo algo perdido.

Empezaré con mi descubrimiento. He aquí que he leído un libro llamado “Experiencias del más allá” (Ángel Peña, está en www.libroscatolicos.org) y que he comentado aquí alguna vez. Está basado en una recopilación de casos del Dr. Raymond A. Moody, en su libro “Vida después de la vida” y le añade otros de otras fuentes. Así hilvana su libro que me ha hecho mucho efecto. Todos son casos de personas que generalmente, por una operación riesgosa, enfermedad o por un accidente, están clínicamente muertos pero luego vuelven a la vida y son capaces de contar lo que han vivido en ese tiempo. Hay miles de experiencias, y a mí también me han contado varias personas las suyas y son coincidentes y por tanto eso mismo es lo que me va a pasar a mí.

Todos pasan por un túnel oscuro y al final hay una luz súper resplandeciente que es persona y los abraza, con sus pecados y deficiencias incluidos, que los quiere incondicionalmente. Por esos momentos tienen una visión de toda su vida pasada y aquí ocurre lo de irse él mismo al cielo o al infierno (+ purgatorio), según sus propios deseos. Son pocos los del infierno, pero los hay. A los que van al cielo, les suelen salir a recibir sus parientes y amigos ya fallecidos. Todos contentos y felices en un grado de felicidad in imaginable. Nadie pasa más allá, pues si entran al cielo de verdad, no vuelven (algunos si que lo hacen, como S. Pablo). Para ninguno la muerte ha sido dolorosa, aunque los instantes previos si lo hayan sido.

Llegado a este punto, se que eso es lo que me va a pasar a mí dentro de poco tiempo. Es lo que le pasa a todos. He empezado a pensar en ello y a disfrutar: el abrazo de Jesús, María, mi papá y mi mamá, el p. Morales, que por todos los indicios estarán allí, … Sobre todo el abrazo de Jesús.

¿Es esto malo, es negativo, me quita fuerzas para trabajar aquí?

Al que está enamorado, el pensar y soñar en la boda y la vida siguiente, apretado a su esposa, ¿le quita fuerzas o más bien le da ánimo e ilusión (lo que ahora llaman energías positivas)?

Al que estudia una carrera, el pensar y soñar en la profesión a la que quiere acceder, ¿le quita fuerzas o más bien le da ánimos para estudiar y superar las dificultades? ¿cómo sería el estudiante de medicina que no pensase en lo de que hará después de acabar sus estudios? Triste estudiante sería y triste médico será: todo gris y sin ilusión. Con qué fuerzas arrostrará las dificultades de la preparación y los cansancios? ¿Tendrá ganas de esforzarse hasta llegar a la máxima nota? Difícilmente.

No es nada fácil caminar a base de fuerza de voluntad y claridad de ideas y poca ilusión de futuro.

Evidentemente que en todas las cosas humanas caben los extremos y está el estudiante soñador que no la hinca, pero eso es una deformación pero mejor es caer en este extremo que en el contrario.

Pues todas esas fuerzas, toda esa ilusión las he tenido muy frenadas por una frase de nuestro amigo Marx, que en gloria esté: “la religión es el opio del pueblo” pues por su ilusión de ir al cielo, no trabaja por mejorar las situaciones actuales. Y yo, y muchos cristianos, nos lo hemos creído (en parte) y nos ha dado miedo pensar en nuestra felicidad futura, en nuestro abrazo con la luz que es persona.

Nos hemos puesto a trabajar por el reino terreno y por el celestial con el freno de mano echado. Nos da vergüenza hablar y pensar en el cielo que nos espera, en la muerte con poco o nulo dolor de la mayoría de los casos (por ejemplo la de mi madre y la de mi padre. Me refiero a los últimos instantes).

Yo tengo 66 años y estoy jubilado. ¿Qué horizonte tengo? ¿qué vida me espera? Taparme los ojos, para no ver que me voy a morir dentro de poco y mientras tanto alegrarme la vida que me queda con viajes y nietos y paseos por los parques y hasta quizás un nuevo amor. Eso es como la noche última de los gladiadores, antes de bajar a la arena. Algunos, de los que han estado en trabajos más creativos siguen laborando como si el mundo dependiese de ellos. Se equivocan, se tapan los ojos para no ver el final.

Yo no quiero ser así. Yo estoy tan en el camino como cuando era joven o maduro o lo que fuese. Sigo teniendo mucho campo pr delante para poder avanzar. Mi camino es aprender a amar y a recibir amor. Ganar escalones en esta cualidad que es la única que voy a conservar y supongo que a desarrollar durante muchos, muchos años, en el estadio siguiente al abrazo de la luz. También se que todas las cosas se aprenden con la teoría y sobre todo con los problemas, en este caso con los problemas de la vida, que de alguna forma me van preguntando: ¿Cómo lo puedes enfocar con amor y para amar? Hace unos días que un buen grupo de cruzados se ha salido, piensan que los que seguimos nos hemos desviado y quieren hacerlo bien y no como nosotros. No sé por qué Dios lo permite, ni la parte de culpa (porque seguro que hay algo malo) que tengo yo o el demonio con sus tentaciones o las circunstancias naturales o psicológicas. Tengo que pensarlo y sacar consecuencias para reaccionar adecuadamente, pero sobre todo se que este es un problema para resolver, algo parecido a los de matemáticas, pero para resolver amando y aprendiendo así a amar. Aprender a amar y a recibir amor. Y en esa asignatura estoy tan implicado ahora como cuando tenía veinte años. Es más. Creo que ahora soy más consciente.

También se que Dios (otros dicen la madre naturaleza, señora que nunca me han presentado ni ha parido a nadie), nos ha hecho de una cierta forma, de manera que nos ayudan las ilusiones por las metas finitas: acabar el bachillerato, conseguir entrar en la carrera que me gusta y acabarla, la novia, el matrimonio y los hijos… que a la reunión de este sábado vengan muchos chicos y que el futuro campamento sea bien formativo y con pocos problemas (y por tanto perdiendo parte de su capacidad formativa) etc. Pero no quiero que esas metas a corto plazo borren la conciencia de mi situación global en el hilo de mi vida, de los muchísimos años de mi vida, de los infinitos años que me faltan. No estoy acabado. Estoy en el medio de la película y dentro de poco llegaré a la segunda parte y con la misericordia de Dios será algo precioso.

He pensado muy poco en eso, entre otras cosas, por culpa de Marx. Los que me han enseñado el camino del Evangelio, me han hablado poco del tema para no darme “opio inhibidor de mi trabajo en la tierra”. Tremendo error.

¡Viva el cielo! ¡Viva la vida futura! ¡Viva Jesús, y el Padre y el Espíritu Santo, y la Virgen y mis padres y el Padre Morales y todos esos personajes tan estupendos a los que abrazaré dentro de poco! Que cuando suba los escalones de la vida, no solo mire mi responsabilidad, los diez mandamientos, mi conciencia  y no se cuantas cosas de por abajo, sino que también mire a la cumbre, ya tan cercana, y diga ¡Ánimo, ya me falta poco para el abrazo!

¡VIVA DIOS, MI FUTURO!

 

En la foto estoy haciendo reír a los demás en el campamento de Arequipa de estos días. Lo de siempre

1 comentario

MANUEL -

UN ABRAZO FUERTE, HERMANO