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Ha fallecido Manolo T. Amorós

Ha fallecido Manolo T. Amorós

Ha fallecido un cruzado y compañero de casa: Manolo Amorós

Le conocía de España, pero poco. Él estaba en la región de Madrid y yo en la del Norte y solo coincidíamos en las convivencias de Navidad, ejercicios y poco más. Evidentemente en esos días le veía pero entre los muchos con los que charlar, coincidí pocas veces con él.

También vivió en Burgos una temporada, pero en esas épocas yo vivía en otra residencia o con mi madre.

Cuando le he conocido un poco más a fondo ha sido en Perú. Cuando llegué a Arequipa, ahí estaba él, además de jefe. Luego nos fuimos los dos a Lima y hemos seguido estando juntos. Aquí el orden jerárquico era: José Antonio, Manolo, Vicente y  el perro. Es un poco de broma.

Tenía un cuerpo grande y grueso con el carácter correspondiente a su volumen: Muy buena persona, amable y complaciente. Dos anécdotas que me han contado. Una de profesor de religión en un colegio con donde el confidente fue su alumno. Sólo le vio enfadarse una vez. Había un alumno que molestaba mucho a todo el mundo y a él también. Y hubo vez, que harto del chaval, se dirigió a él, le miró, le puso la mano en el hombro y le dijo: “Mira que me estás hartando”. Se volvió a su sitio, siguió explicando y el chaval no volvió a rechistar.

Ahora es un comentario ante todo un colegio en Tacna. Aquí todos los lunes, antes de empezar las clases se tiene un acto cívico en el que se suelen contar cosas a los alumnos formados ante la bandera. Este día le tocó hablar a Manolo y dijo algo así: Hay un joven de los que está en este patio que se pasaba  los domingos buscando la felicidad a través de la diversión. Se iva a las discotecas buscando chicas, baila, bebe y hasta alguna vez rondaba algo por las drogas. Siempre que podía. Era su obsesión. Y estaba harto. Hubo un día, que al final de un domingo, en su habitación le pidió a la Virgen con todas sus fuerzas: “Madre, sácame de aquí”. Ese joven soy yo.

Hay militantes más brillantes, casi todos y este era de los menos brillantes. Pero era y estaba. Todos los días estaba puntual para hacer su hora de oración ante el sagrario. Luego se iba a clase y por la tarde iba a misa. Era profesor de lengua y literatura (comunicación). Con su estructura personal, le quedaba poco tiempo para la Milicia, pero cumplía lo prometido: llevar la parte teórica de los círculos y cantar con los chicos. Sencillo, cumple aquí y en clase, ama a María, la madre de Dios. Suficiente. Seguro que está en el cielo.

En su colegio era muy apreciado por compañeros y alumnos.

Otro día les cuento de qué y cómo ha fallecido alguna cosa más.

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