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vicenteperu

Podría contar muchas cosas de Manolo

Podría contar muchas cosas de Manolo

Podría contar muchas cosas de Manolo, mi compañero cruzado que ha fallecido y que como era muy bueno y sencillo, está en el cielo.

Falleció con las botas puestas. En una muerte profesional. El lunes 7 de mayo sale de casa para ir a trabajar en el colegio, con sus exámenes en la cartera. A la vuelta de la cuadra le da el infarto y se cae sin conocimiento. Un vecino médico le hace masajes cardiacos, pero nada. De forma inusual paso José Antonio por allí en bici. Iba a oír Misa en la parroquia de la Caridad que está cerca. Ve el revuelo de gente y le dicen algo y ve que unos van andando a los bomberos voluntarios que suelen tener ambulancia y están a dos cuadras y dice: “Yo llego antes con la bici” Se va, hace, vuelve para dar cuentas de su gestión y se encuentra que el del suelo es Manolo. Le atiende en lo que puede y como no llega la ambulancia y en los tasis no es fácil meterle debido a su peso y volumen, lo suben en la caja de una camioneta con la que se van al hospital más próximo. Ha llamado a un Militante médico: Carcausto que llega al mismo tiempo que ellos, pero ya no hay nada que hacer. Son las 8:30 de la mañana.

Los del colegio se portaron muy bien. Organizaron todo lo del velatorio en un salón de la iglesia parroquial adjunta. Hubo Misa por la noche y la de funeral por la mañana. Todo el tiempo estuvieron 6 chicos de “guardia” ante el féretro. Tras el funeral nos lo llevamos al patio del colegio donde hubo otra despedida. Luego llegan los de la funeraria. Parece que lo interesante es llevarlo a España, pero llevar el cuerpo en el avión es muy difícil, así que lo mandamos incinerar. Yo estuve en el principio. A las 2 horas nos dieron lo que quedaba. Ciento y pico quilos reducidos a una caja de cenizas.

 

En la foto aparece una de las cosas que le regalaron sus alumnos (Evidentemente una alumna. Los varones somos más brutos). Es un osito de peluche con un reloj delante. El osito de peluche era Manolo, es como una de sus posibles definiciones. En el brazo derecho tiene un papelito doblado que ahora tengo yo en mi mesa. Pone una de sus frases célebres: “La hora es la hora. Un minuto antes de la hora, no es la hora. Un minuto después de la hora, no es la hora. La hora es la hora” de Vale y Shory y un corazoncito dibujado.

Delante hay unas 10 cartas que le fueron dejando otros alumnos haciendo sus alabanzas, sobre todo su sencillez, amabilidad, los chistes que contaba en clase y cosas graciosas para que se lo pasasen bien, su paciencia, lo bien que explicaba y repetía lo que hiciese falta, etc.

Había muchos alumnos y todos los profesores. Pocos entierros más concurridos y alegres.

Por supuesto que también estuvieron todos los militantes mayores y los amigos de la cruzada.

 

Como cabía temer yo le tomaba mucho el pelo. Cuando estábamos en Arequipa no podía pues era mi jefe y por eso del respeto… Pero ya en Lima los dos éramos del pueblo llano. Tenía cuidado de que fuesen bromas de sonreír, siempre sobre dos o tres temas que sabía que no le molestaban. El se sonreía como el grandullón cuando un niño pequeño le pisa el pié para hacerle daño y no le hace ni cosquillas y de vez en cuando me las devolvía.

¿Seré capaz de aprender algo de Manolo?

1 comentario

MANUEL GUILLÉN -

Muy emotivo tu relato. Siempre es muy triste perder a alguien para "siempre" aunque le supongamos en el mejor lugar de la otra VIDA.