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vicenteperu

¿Por qué acaricio a mi perrito Pancho? Sobre la vocación y la afectividad

¿Por qué acaricio a mi perrito Pancho? Sobre la vocación y la afectividad

En el hogar tenemos un perrito que todavía es cachorro. Es pequeño de tamaño y el que le trajo dice que le sirve para que ladre si se acerca algún desconocido. Es decir, para avisar de los ladrones y ahuyentarlos. Es el método que sigue mucha gente. Yo dudo de su eficacia, pero eso es otra cosa.

El perrito está deseando que le acaricien y salta y brinca a mí alrededor y al de cualquiera y se tumba en el suelo panza arriba esperando que le arrasques. También muerde la mano. Al principio me asusté pero enseguida comprobé que no hace fuerza. El pobre no tiene más forma que expresarse que el movimiento del rabo, de la cabeza, la boca y poco más. Nosotros no tenemos rabo pero tenemos dos manos, dos pies, la cabeza y los gestos de la cara por lo menos, más la voz que sirve estupendamente para el caso.

El otro día, yo estaba meloso y me senté en el suelo. Él se metió entre mis piernas y estuve un buen rato jugando con él y acariciándolo. En algún momento me pareció que ya debía irme, pero seguí un poco más. Al terminar pensé: ¿lo he acariciado y jugado con él porque a él le venía bien o porque a mí me gustaba? Evidentemente me gustaba a mí y lo gustaba a él. Pero se puede afinar. El fin último es por mi gusto o por el suyo. Aparentemente si fuese sólo por su interés, lo haría aunque no me gustase, pero veo otras personas bien buenas y generosas que pasan por su lado y ni le miran y aún le huyen. Entonces, para que le acaricie hace falta que a él le guste y que a mí también, pero para mí el móvil fundamental debe ser su interés no el mío.

Creo que en la mística le llaman purificar la intención el que cuando le estás acariciando pienses algo así como “Señor, sólo quiero hacerlo por su bien, no por el mío”. Pero es muy difícil que si no te gustan los perros ni siquiera te acerques.

Conozco a uno que cuando estaba preparando unas oposiciones importantes intentaba purificar su intención diciéndole muchas veces a Jesús: “Si es de igual gloria tuya que apruebe o que suspenda, mejor quiero suspender”. Me sé el resultado, porque ese soy yo. A la primera me suspendieron y me quedé tan tranquilo. Ni me inmuté (al menos eso me parece ahora en la distancia del tiempo). A las segundas oposiciones aprobé y seguí igual de tranquilo, pero con la conciencia de que era lo que Dios quería, no sólo porque me habían dicho en casa que estudiase para intentar aprobar, sino por este otro argumento: Si hubiese sido mejor que suspendiese, después de tanto pedírselo, habría suspendido. (Todavía queda otro extremo que amarrar. Seguramente Dios quería que aprobase, pero no sé si además quería que lo ejerciese o por cuantos años, pero eso ya es otra cosa. Ver nota).

Pensemos en cualquier vocación: Si tengo vocación a la profesión X y además es la que ejerzo, resulta que en mí se da eso de “Vocación hacer algo es hacer lo que te gusta y encima cobrar plata”.

Hasta ahora va que vocación a algo es coincidir lo que te gusta con lo que haces y si quieres ser santo además no debes hacerlo por gusto, sino porque entiendes que Dios quiere que lo hagas.

Esto tiene una aplicación directa a mi trato con los chicos. Estoy con ellos y me gusta estar (si fuese por pura obediencia sería muy santo, pero no funcionaría. La idea se puede afinar un poco más). ¿Pero cuál es el motivo de fondo: su bien o mi gusto? Aparentemente se confunden, pero son distintos. Se nota como en las caricias al perro. ¿Cuando me tengo que ir, me voy o sigo un poco con los chicos? ¿Cuando tengo que regañarles o exigirles, lo hago aunque les moleste o incluso aunque prevea que entonces se van a ir (con la debida prudencia), o me callo  y les consiento con tal de que no se vayan de mi lado? Si en algún momento ponen a otro en mi puesto o me mandan a mí a otro sitio, ¿lo acepto con tranquilidad o me rebelo? Cuando alguien comparte el trabajo con migo, ¿me parece que lo hace muy mal y hasta le enfrento con los chicos o le apoyo todo lo que puedo aunque me haga sombra? ¿Los considero hijos míos y como tal los defiendo, como la gallina sus polluelos o les considero hijos de Dios y los defiendo como a tales? Si estoy en el ámbito de la Milicia, ¿los considero de la Milicia en donde a mí me han regalado las condiciones mentales, más el “carisma” más … y por tanto, entre Dios y la Milicia me han regalado el poder trabajar con ellos o los considero sobre todo míos y que yo soy el responsable último de su formación? ¿Propicio que crezcan aunque luego estén por encima de mí o aunque, justamente por crecer, se capacitan para volar a otros sitios y se me alejen?

Creo que estas cuestiones valen para cualquier educador, para los padres, para el cura de parroquia y para mí mismo. Es uno de los retos del educador de perritos: quererlos mucho, estar encantado con sus monerías, conseguir que hagan más y mejores monerías, pero sin apropiármelos. Ellos están ahí y su bien es … y yo les ayudo sólo por su bien, sin desviar su camino hacia mí.

Al menos en los tiempos iniciales de Burgos, con Joaquín y ahora en Arequipa con Luis Ancco, me he dedicado a hablar con los mayores (ser guía de universitarios) y los dos les han empujado a que hablen con migo, aunque de alguna forma eso sea sacarles de su entorno para que pasen al mío. Son un ejemplo de bien hacer.

 

Nota: Un amigo militante, aprobó sus oposiciones y le dieron plaza, supongamos que en Valladolid. En aquella época al acabar los exámenes ya te asignaban una plaza concreta y para poder trasladarte a otro sitio tenía que pasar más de un año y que hubiese plaza en el sitio correspondiente. Pero mira por donde hacía falta su presencia en otra ciudad, supongamos Cáceres. Le explicaron las necesidades y él aceptó irse a Cáceres, aunque perdiese la oposición. Y se fue. Ese sabía que Dios quería que aprobase, pero no sabía si quería que ejerciese. Evidentemente está prohibido ser tonto e hizo alguna gestión y consiguió no perderla.

 

1 comentario

Luis Gustavo -

ahora si que lo entendí mejor ... ayudarles y estar con ellos "sólo por su bien, sin desviar su camino hacia mí".
... gracias Vicente.. es también un reto hacer eso, pues requiere de mucho dominio propio, pero adelante " no cansarse nunca de estar empezando siempre"...