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vicenteperu

REZADOR

REZADOR

Queridos amigos:

La otra tarde estuve en una casa típica limeña, del antiguo barrio del Rimac, al pié del cerro de San Cristóbal donde ya pusieron una cruz en tiempos de Pizarro.

La escena era un poco macabra pues estábamos visitando a una enferma terminal de cáncer que seguramente a estas horas ya esté en el otro mundo. Esperemos que en el cielo. Es una casa a dos aguas, de una sola planta, de alto techo y por debajo de su espina dorsal un pasillo que separa dos viviendas de familias emparentadas. Entramos en la de la derecha que tiene una habitación grandísima, con un par de camas de dos cuerpos, separadas y con mucho espacio más, con un sofá y una mesa donde al final tomamos una gaseosa con galletas. El techo tiene simplemente una especie de uralita metálica que llaman calamina y las vigas metálicas que la sujetan. Como no hace frío, no hace falta más y además en caso de terremoto, cuanto menos peso tengas encima, menos daño te hace. Tiene una ventana y luego un amplio hueco por el que se pasa a otra habitación igual de enorme con dos mesas grandes llenas de bolsas de plástico, supongo que con ropas y ningún armario ni estantería ni baúl, luego otro hueco y otra igual de grande que no veo bien lo que tiene. Todas tienen otra ventana interior al pasillo central. Curioso. ¿Muy pobre o con una estructura extraña? Creo que un poco de cada.

En una de las camas está la avuela de la casa de unos 50 años encogida, con una sonda nasal y otra a no se donde, que a penas respira. Delante de ella oramos. Supongo que la hija y el niño duerme en la cama de al lado. Tomamos algo. Charlamos…

Allí me había llevado Michael, un amigo profesor en un colegio próximo. El día siguiente era el cumpleaños de nuestra enferma y uno de sus sobrinos había querido hacerle un regalo: había llamado a su profesor de religión para que rezase por ella y él me pidió que le acompañase. Teníamos poco menos de una hora para el almuerzo y en ese rato nos fuimos. Para ellos es importante lo de rezar sobre todo si lo hacen aquellos que están más cerca de Dios. Para eso me había llamado a mí. Yo no soy un experto rezador, pero me lo pide mi  “pata” y voy. Una vez allí pienso que si que soy un buen amigo de Jesús. Supongo que todos los son, aunque no se den cuenta. Yo si me doy cuenta. Y mi amigo Jesús, mi otro amigo, la hija, el nieto, el sobrino y yo, rezamos por ella. Yo me había buscado el ritual de la unción de los enfermos y, levemente modificado, más una oración por la familia que ahora se quedaba deshecha, es lo que leí y oré con la mayor intensidad que pude.

La hija nos invitó a la gaseosa en la susodicha mesa y nos fuimos. Que Dios la bendiga a ella y a su familia.

En la foto, una casa con alguna analogía estructural. La mía es de ladrillo y cemento y con un par de amplias ventanas a cada lado de la puerta. A sus costados tiene otras edificaciones más modernas.

 

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