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vicenteperu

ACABAN DE ECHARME UNA BRONCA

ACABAN DE ECHARME UNA BRONCA

 

He hecho una cosa mal y el responsable de ese área me ha echado una bronca más bien potente y la verdad es que me ha molestado. He puesto cara entre sonriente y seria. Absolutamente forzada porque no sabía qué cara debía poner. Si miro al suelo todo el rato puede parecer de una humildad excesiva y ficticia. Si le mitro a los ojos, desafiante. Si estoy serio como si se me indigestase mucho. Si me sonrío, como si me riese del que me la echa. En fin, la puse de forma consciente entre sonriente y seria y le miraba a la cara casi todo el tiempo.

Supongo que despabilaré para no repetirlo, pero la verdad es que no creo que espabile mucho.

¿Qué debo sentir? Un libro sobre San Francisco de Asís le asigna un comentario sobre la perfecta humildad que dice algo así como: Si llego de un viaje a un convento de mi orden a altas horas de la noche que está helando, llamo a la puerta y sale un hermano al balcón y me pregunta que quiero. Yo le digo. Soy el hermano Francisco que llego cansado de un largo viaje. Y él me responde que soy un impostor y que en todo caso, a esas horas están todos los frailes están durmiendo y no me abre. Si sonrío y acordándome de cualquier pasaje análogo de Jesús pienso que realmente no merezco mucho más… ya me estoy acercando a la perfecta humildad.

¿Qué sentiría Jesús? ¿Qué habría hecho en mi lugar? En primera instancia, no habría cometido el error y en segunda…

Solo se una cosa: como el que me ha amonestado es conocido y a veces colaboramos juntos, tengo que tener cuidado de no crear mala sangre contra él, ni “vengarme” cuando él cometa algún fallo.

Hace unos meses se casó un militante con el que me llevo muy bien y ahí está con su hija sietemesina recién bautizada

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