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vicenteperu

En la Misa de hoy

Ahora vivo mucho tiempo en Arequipa y suelo ir a misa a mi parroquia. Hay un sacerdote nuevo. Es del Callao y tiene mucho brío. Se parece a mí en algunas cosas y en la que voy a referir me gana (no se si para bien). Es un provocador mental. En sus homilías se mete contra la gente provocando los contrastes mentales entre lo que es el sentir común de nosotros, cristianos de segunda y lo que dice el evangelio. Es una forma de excitar el pensamiento y el cambio de actitudes pero lo excita demasiado. Al tema le echa bien de sal y de vinagre y la mente arde, o por lo menos arde la mía. Como es amable la sangre no llega al rio, sino que es querido entre los feligreses.

Con frecuencia le pregunta al público su opinión, al menos con preguntas retóricas de las que se entiende que nadie va a contestar. Eso para mi es una tentación muy fuerte porque yo si que contesto y si es un poco altanero me dan más ganas de contestarle con rotundidad.

De nuevo hoy me ha incordiado mentalmente, en este caso sobre el tema de que en la Iglesia es primordial el espíritu de comunión que entre otras cosas se expresa sentándose juntos y no desparramados por el gran templo. La idea me parece buena, pero la dice de forma belicosa. Hace una de sus preguntas retóricas y yo levanto la mano, no para decir lo que a él le gustaría, sino para rebatirle, pero no me da la palabra y como él es el que tiene el micrófono y estamos en la Iglesia, juega con ventaja y yo la bajo. Es seguro que como siga yendo a su Misa, alguna vez si que no la bajo y además de la mano, levanto todo el cuerpo.

¿Monto la guerra? ¿Me voy a otra parroquia?

Aquí  llega el Espíritu Santo y se me acerca una palomita casi blanca y me dice al oído: para que no haya guerra lo mejor es quererle y para amarle hay que conocerle, así que cuando acabó la Misa me fui a saludarle a la sacristía y la cosa quedó como tenia que quedar. Ya tengo un buen amigo más. Lo único malo es que ya no me cabe tanto amigo.

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