LA VIRGEN DEL CARMEN o LA INCULTURACIÓN DE LA FE
Iván es un limeño castizo. Aquí nació y quiere a esta ciudad que casi es consustancial a su psicología. Además tiene mucha relación con las cofradías y nos invitó a la fiesta de la Virgen del Carmen que es totalmente criolla. Fuimos a la Misa al Carmelo que está en Barrios Altos, antiguo barrio de Lima habitado en la actualidad por gente muy humilde, ubicada en casas grandes subdivididas en trocitos. Fuimos con el mayordomo de una cofradía y ya teníamos reservado sitio para aparcar el carro.
Entramos a la iglesia con mucho tiempo y ya estaba llena de público y con los miembros de la cofradía del Carmen adecuadamente distribuidos por el templo. La Virgen estaba sobre un anda, toda engalanada y llena de flores. Para las personas importantes quedaban algunos huecos en los bancos delanteros. Yo acompañaba a Iván, que representaba al Arzobispo y por tanto era importante, pero preferí quedarme de pié. Si que salude al prior de los carmelitas descalzos y a su acompañante que celebraron la misa y a los cargos de algunas cofradías que estaban por allí.
La misa preciosa. Pero lo criollo empieza ahora.
En la misma esquina de la plaza de la iglesia había puesto un estrado para cantar y actuar y la calle aledaña la llenaban mesas y sillas, como las de las cafeterías al aire libre, repletas de gente que iba a celebrar la verbena subsiguiente. Cuando estaba acabando la Misa, empezó la verbena de puro estilo criollo. La cantante, subida al escenario iba entonando las canciones típicas y de vez en cuando daba vítores a la Virgen del Carmen o iba informando de lo que faltaba para que acabase la Misa y apareciese la Imagen. Termina la liturgia y la cuadrilla correspondiente coge las andas y arrancan con ella. Si no eres cofrade no es fácil tener acceso al honor de llevar el anda. Iván sí que la llevó y su amigo, el mayordomo de otra hermandad. ¡Lástima que yo no pude!
Cuando aparece la imagen por la puerta encienden un castillo de fuegos artificiales y los cargadores de delante, se agachan. Los de atrás siguen parados y la imagen se inclina pareciendo que hace una reverencia o saludo a la gente. Todos aplauden y vitorean. La cantante con su orquestina saludan a la Madre y la entonan la salve marinera. Gira la imagen para ponerse frente al estrado y saluda como antes.
Las cosas suceden lentamente. Los vecinos del barrio pasarán allí parte de la noche. Nosotros nos retiramos enseguida por una calle lateral, al fondo de la cual estaba otro estrado con su grupo de … ¿se llamarán cupletistas? que estaban afinando las cuerdas bucales y las de las guitarras porque a continuación la Virgen se iba a dirigir allí.
Nosotros nos metimos por el angosto margen que quedaba entre el estrado ya la pared. Todo totalmente lleno de gente del barrio. Salimos al otro lado y el anfitrión nos invitó a los típicos “picarones”, especie de churros gruesos en forma de rosquilla, empapados en miel.
Puro mestizaje de le fe del pueblo y su cultura, incluido el vinillo subsiguiente que unos pocos libarán en abundancia.
¡VIVA LA VIRGEN DEL CARMEN!
¡VIVA!
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