¿DE QUÉ COLOR ERA EL CABALLO BLANCO DE SANTIAGO?
Desde hace tiempo me pareció que eran un rollo las preguntas que les hacían a los niños y que estos deberían estar hartos de su repetición.
Mamá con un niño. Otra persona:
-¿Como te llamas, niño?
-Luisito
-¿Cuántos años tienes guapo?
-Once
-¿A qué colegio vas?
-Al de los Agustinos?
-¿Qué curso estudias?
-Sexto
Y depende del sexo y la edad de la otra persona continúa la conversación. Si es femenina y de más de 70 años, seguramente que luego empiezan las alabanzas a la criatura y un par de besos bien apretados.
No sé a partir de qué momento de mi vida esto me pareció muy simple y decidí hacer otras preguntas más creativas. Y con frecuencia, más perversas, aunque parezcan positivas. Si, por ejemplo, hay dos hermanos juntos y le preguntas a uno algo bueno del otro, seguramente no sabe decir nada. En todo caso es más interesante para el niño si le preguntas cosas que tienen más relación con sus intereses: si le gusta jugar al fútbol, el puesto que ocupa en la cancha o su programa de TV preferido.
He ido practicando la costumbre de hacer preguntas creativas y a veces discordantes. Con frecuencia el resultado no es totalmente positivo y debería modificar mi conducta, pero en todo caso les voy a contar dos de las últimas (no se me ocurre otra cosa que contarles).
Los sábados tenemos Misa de Santa María en el Hogar, lo cual es un privilegio, y a continuación desayunamos juntos los militantes. Entre ellos hay uno, muy buena persona y despierto, que trabaja en un taller de carros en la parte eléctrica. Había contado un par de anécdotas correspondientes a su profesión. Para incordiarle un poco se me ocurrió preguntarle a cuantos vatios trabajan los carros. Ante una pregunta tan “sencilla” se lanzó de cabeza a responderla, pero a mitrad de camino se dio cuenta de que no lo sabia. Le sonaba el tema, pero no lo sabía. Dijo algo medio incoherente y se quedó sorprendido de no saber la respuesta y los demás tampoco. Se lo pregunté a un amigo con un título de informática bien flamante, especialista en destripar y armar ordenadores y acertó a medias. Todos no reímos y seguimos a otra cosa.
Por cierto, ¿tú sabes la respuesta?
La otra es un poco más seria. Se trata de un círculo, con su primera mitad instructiva en la que todos deben llevar papel y lápiz, etc. Versa sobre el Corazón de Jesús y lo dirige uno bien sabido, que ha escrito libros y dictado muchas conferencias de diversos temas. En fin, una eminencia. Nos ha puesto un vídeo sobre el P. Bernardo Hoyos, el del templo de la Gran Promesa de Valladolid e incide mucho sobre esta persona. Acaba su disertación e invita a que le hagamos preguntas. Creo recordar que alguien le hizo una sencillita y como nadie decía nada más, yo, el más “veterano” de todos le hice una. Levanto la mano, me mira sonriente esperando mi intervención que seguro que serviría para remachar y abrillantar las ideas y yo le pregunto ¿Cuál es el segundo apellido del P. Bernardo Hoyos? Como era de esperar no se lo sabía. Además le pillé con el paso cambiado y en lugar de seguirme la corriente y decir García o cualquier otra cosa y reírse, se mosqueó y me amonestó seriamente sobre la inconveniencia de la pregunta, y más y más cosas. Menos mal que me contuve las ganas de reírme.
Sobre este tema, tengo más anécdotas, casi todas negativas para mi, pero con algo de humor y si algún otro día no se me curre que contarles, ya se las iré escribiendo.
La foto en otro rato.
1 comentario
Angel -
Sobre los wattios de los coches yo me atrevo a contestar, y digo que es muy relativo, lo unico que es constante es la tensión que es 12 V pero la intesidad varía si tienes la radio conectada, el volumen, las luces cortas o largas. En el momento del arranque el motor electrico consume un monton de intensidad.
En fin que es una pregunta un tanto enrevesada jajaja.
Un abrazo Vicente