EL VALOR DE UN GUIA
El fin de semana pasado tuvimos una caminata al pueblecito costero de Ancón. No se puede decir que fuese un éxito de asistencia, pero sí tuvo sus puntos interesantes. Allí participó un joven que es ejemplo brillante de la labor del Espíritu Santo a través de un guía. Durante la reunión de la tarde le pedí que nos contase sus experiencias de vida.
Había nacido y vivido en Arequipa. Estudiaba en una de las “Grandes Unidades” de puro varón bruto. Había sentado plaza de futbolero y de saber saltarse la tapia para salir del colegio cuando le apetecía. De estudiar, nada. Su horizonte llegaba a ser trabajador manual no cualificado.
En estas condiciones aparece Joaquín por su salón invitando a un campamento. Uno de esos de fin de semana, y se apunta con un hermano un poco menor. Van y pican. Se les despiertan las ganas de cambiar. Posteriormente fue a una tanda de ejercicios, también de fin de semana y empieza a hablar con Joaquín. Quiere cambiar, quiere estudiar y el guía le propone estar tres horas seguidas sin música ni nada. Sólo estudiando. El chaval se aburre enseguida por la falta de hábito, y Joaquín le propone que lo haga durante un mes. Le parece un plazo asequible y aguanta el tirón del aburrimiento. Tiene cuajo (y ayuda de Dios) para seguir sentado cuando parece que el cuerpo se le llena de hormigas y tiene ganas de salir corriendo. Empieza a tomar apuntes en clase. En la mayor parte de las asignaturas y en matemáticas en especial, no entiende nada. Pero aguanta y como era de esperar, al final del mes, ya le cuesta poco estar sentado y entiende casi todo lo que hace. Se anima y termina el curso de 4º de secundaria con solo un suspenso. En las vacaciones, su padre le manda a trabajar de peón de albañil, que es una medicina que suele funcionar muy bien. Además de subir y bajar ladrillos y cargar sacos de cemento, durante 15 días le toca estar de asistente de un ingeniero, de esos que llegan a la obra con su carro cuatridimensional, su tablet y su laptop último modelo y se le abren los ojos al ver la diferencia.
Empieza 5º, que es el último curso de secundaria. Aquí se le acaba un poco la racha de asistir a la Milicia, pero conserva el contacto con el guía y se reengancha de vez en cuando. En lo humano sigue funcionando y como el primero del colegio le despreciaba y le ganaba en todo, hasta en el deporte se propuso ganarle. Nótese que había 10 salones por cada nivel y el primero era el primero de todos. Se pica. Lo intenta y no lo consigue. Se queda el segundo. “EL SEGUNDO”. Los profes ni se lo creen.
Ya se había presentado varias veces para el ingreso en la Universidad del Estado y no lo había conseguido. Se pasa un año y pico preparándose e intentándolo, hasta que en el décimo intento lo consigue.
En esta época tiene un bajón importante de ánimo. Quiere dedicarse a la música, que le gusta más. Va donde Joaquín y le endereza el rumbo.
Éxito de un padre inteligente es pedir dinero prestado para todos esos gastos y además incitarle para que se presente a todos los concursos que se le cruzan y todos los cursos de especialización compatibles con las clases. Y en el verano: de albañil.
Con subidas y bajadas religiosas y siempre apoyado en el guía al que “obedece” y estima, sube la cuesta de la carrera compitiendo con los primeros puestos de otros colegios. Ha elegido la de Ingeniero Civil que son los que construyen las carreteras, los puertos y los edificios. (Los arquitectos diseñan la estructura de las casas, pero no las columnas ni las paredes). En la carrera acaba hacia el tercer puesto. La terminó en enero y en febrero ya estaba trabajando. Le habían llamado de una empresa de construcción (le habían buscado, él no se había movido) la empresa estaba en Lima y pasa de estudiante pardillo a gran Ingeniero. Llega a la gran ciudad con 100 soles en el bolsillo por si no encuentra el sitio y tiene que volverse. Pero como le habían dicho, hay un señor y un carro esperándole en el terminal del bus y le lleva a la obra y a un apartamento que le habían alquilado.
Dios, el guía, el esfuerzo todo va apareciendo a los ojos del resto de acampados que son pocos años más jóvenes que él.
En Perú, como en España los chicos que vienen a nuestras puertas son humildes. Bueno, en Perú un poco más humildes. Hay algunos que son claramente humildes. Viene el turno de preguntas y uno le hace la del millón. ¿Cuánto te pagan? El arequipeño me mira preguntándome con los ojos si se lo dice y a mí me parece que la verdad siempre fue buena. Como es el primer mes de trabajo “solo” le pagarán 4.000 soles que es casi es 6 veces el sueldo base, que algunos de sus papás no cobran. Luego le subirán. Y todos abren los ojos como platos.
Todo un éxito de Dios, el guía y el joven.
2 comentarios
Angel -
MANUEL -